14 noviembre, 2011

"El Desprecio": el cine se mira al espejo



La primera vez que vi El Desprecio estaba en un taller de análisis cinematográfico que impartía mi profesor de Ciencias Económicas y Sociales en 2º de Bachillerato. Guardo un recuerdo idealizado del modo en que aquella experiencia influyó en mi forma de ver películas. Sin duda, CINE DELICATESSEN no existiría sin aquel taller.

Dejando de lado ataques de nostalgia y demás alergias otoñales, El Desprecio es uno de los mayores exponentes de la Nouvelle Vague. Los dos primeros minutos de película condensan el espíritu de este movimiento del cine francés de los 60.

El concepto de autoría, por ejemplo, queda plasmado en el hecho de que los créditos son narrados en off por el propio Jean-Luc Godard, el director de la película. Es una forma de dejar su huella, su marca de autor único de la obra. 
El realismo, otro de los principios fundamentales de la Nouvelle Vague, se ve reflejado en la posición final de la cámara del operador, situada frente a "nuestra" cámara, la del punto de vista omnisciente. Es como si el cine se examinara a sí mismo; encontramos aquí una de las grandes preocupaciones de la Nouvelle Vague: analizar el cine en sí mismo. De este modo, el protagonista de El Desprecio es un director de cine y, de hecho, en el filme aparecen figuras míticas como el crítico André Bazin (Cahiers du cinéma, Qué es el cine), que "interpreta" al operador de cámara de este fragmento, y el director alemán Fritz Lang (Metropolis) haciendo de sí mismo. La noche americana de Truffaut, sobre el rodaje de una película, es otro gran ejemplo de cine ante el espejo, además de una obra maestra de la Nouvelle Vague.

Nunca dejará de sorprenderme cómo Godard consigue convertir algo tan frío -aparentemente- como la reflexión en torno al cine en una experiencia emocionante y llena de pasión. La posición "espejo" de la cámara de André Bazin al final de la introducción, acompañada de la poderosa composicion de George Delerue, es uno de los movimientos de cámara más evocadores de la Historia del cine. A mí me marcó para siempre.

Os dejo unos maravillosos diálogos entre Fritz Lang y Godard en el contexto del rodaje de El Desprecio.

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